A primeros del siglo XX tanto los hombres como las mujeres vestían camisas muy gordas de lino para dormir. Para lavar estas camisas se utilizaban cestas «coladeras» altas.

Se ponía la ropa bien estendida y encima se echaba lejía que poco a poco iba colando a través de la ropa . La lejía que se usaba no era como la de ahora, había que fabricarla cada vez que se necesitaba.

Como se cocinaba con pucheros de barro se tardaba toda la mañana en hacer el cocido de garbanzos (todos los días se comía lo mismo) que se hacía adosando el puchero a una pared de paja de yeros que es más dura que la de trigo o cebada y no se quemaba tan deprisa, las cenizas que resultaban de quemar esta paja se guardaban para hacer la lejía.

Se ponia a hervir agua en la caldera, se añadía la ceniza y después de hervir un rato colaban el agua con un trapo en la cesta coladera. Así se tenia la ropa dos días; luego se aclaraba en el río y se tendía a secar en las eras bernardas.
                                                                                                 Sra Basilisa

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