Cuantas veces hemos bajado hasta el puente y sentados en el pretil hemos conversado y contemplado el curso del rio sin pararnos a pensar en los 20 años que fueron necesarios para hacerlo posible.

En realidad, todo empezó en 1903 cuando el ministro Gasset se puso como objetivo de su ministerio la mejora de la agricultura a través de obras hidráulicas que posibilitaran los regadíos. Este interés por los agricultores le valió el apodo de “El San Isidro del ministerio”. Paralelamente a esta reforma, elaboró también un proyecto de mejora de las carreteras que posibilitara la salida al comercio de los productos agrícolas. Tomó como modelo el que ya propuso Juan Bravo Murillo en 1848 y que se quedó en el cajón. Con el de Gasset pasará tres cuartos de lo mismo, al menos para los pueblos pequeños y alejados de las ciudades. Los continuos cambios de gobierno y que la reforma empezó por las carreteras que afectaban a las ciudades, nuestros pueblos se quedaron atrás.

No fue hasta marzo de 1925 que pueblos como Villorejo tuvieron la oportunidad de solicitar una carretera. La Diputación de Burgos hizo público el tramo de próxima construcción que va de las Hormazas a Villanueva. El ayuntamiento con buen criterio, buscó el apoyo de Cañizar, Tobar, Manciles, Susinos y Villanueva, convocando a sus alcaldes a una reunión en Villorejo para solicitar conjuntamente la construcción de la carretera. “…me permito dirigirme a Usted en nombre del Ayuntamiento que presido por si se digna prestar su valioso apoyo a nuestros propósitos, que han de ser sin duda la salvación de los pueblos de este valle, merecedores de vida más próspera que la que actualmente llevan.”

Adolfo Delgado, que era el alcalde entonces, convenció, vaya si convenció. Todos los pueblos se engancharon al carro de Villorejo. Y así empezó el Viacrucis de la santa Burocracia: El gobierno civil recibe la solicitud. Envía un técnico que evalúe sobre el terreno, si es posible la construcción. Por cierto, como tenía previsto empezar la visita por las Hormazas, escribe a su alcalde  pidiendo “que le preparen un carrucho o si no un borriquito de confianza para poder hacer las cosas regular”.  Cuando los ingenieros dicen que sí, se calcula la inversión que hay que hacer: se calculan también los porcentajes de subvención en función del número de habitantes, qué opciones se van a dar a los pueblos: que hagan ellos el trabajo con supervisión de un ingeniero? O que paguen a empresa contratada. El proyecto tiene que salir a oferta pública por tanto se fijará un plazo para presentar propuestas, otro plazo para evaluarlas, y un último plazo de alegaciones ….

Mientras todo esto se gestaba en la administración, los diferentes ayuntamientos valoran y sopesan su propuesta: tanto ponemos de trabajo, tanto de dinero…. A Villorejo le corresponde construir 3,520 km. Con un coste de 42.789 ptas. Se le adjudica una subvención del 84% el resto lo tiene que pagar a crédito o sacarlo de las arcas municipales. Esto también requiere un plazo de presentación de las propuestas, otro de evaluación y otro de alegaciones… Ya estamos en 1930.

 En diciembre de 1931 la Diputación comunica a los diferentes ayuntamientos las acciones detalladas que se han de realizar contando las características del terreno: metros a explanar, cantidad de piedra necesaria para construir el firme, terrenos a expropiar…. 

Bueno, parece que todo está listo para empezar las obras, ¿verdad? ¡PUES NO! En febrero de 1932 todos los pueblos han aceptado la última propuesta hecha por la Comisión Gestora, todos menos Tobar. Alega que en su día se comprometió pero que han pasado los años y como no se ha hecho nada, ante la necesidad que tenían de sacar su cereal al mercado, optaron por participar en la construcción del tramo que va a Olmos de la Picaza. Todo esto se lo explica a la Comisión Gestora. Llega a decir que si se les obliga a pagar la nueva carretera, … varios vecinos me han comunicado que están dispuestos a ausentarse del pueblo…, … nos es materialmente imposible cumplir los compromisos que torpemente contrajo este Ayuntamiento.»

Ante esta situación se paraliza todo. La Comisión Gestora pasa la pelota a la Diputación, y ésta al Ministerio y el Ministerio propone que sean los pueblos implicados los que asuman el costo que no puede afrontar Tobar. Nadie cede. Tobar en la última carta que envía al ingeniero en setiembre de 1933, insiste en su negativa y le explica lo dolidos que están porque no se les devuelve las 9000 pesetas de la fianza que cobró la Diputación en 1925 y así lo expresa:“…. mientras no se nos pague, que no cuenten para nada esos pueblos con nuestra cooperación”

Estas desavenencias internas unidas a la inestabilidad política que vive el país durante la Segunda República y que desembocarán en la guerra civil de 1936, traerán como consecuencia que no se volverá a hablar de esta carretera hasta el 1940 en que se activa la construcción fraccionada en tres tramos. Uno de los primeros en construirse será el que va de Pedrosa de Rio Urbel a Tobar por San Pedro Samuel, Avellanosa y Susinos. En este, Tobar si que colabora.

Villorejo propone una reunión de los pueblos del valle incluido Tobar con el fin de ver si llegaban a un acuerdo para la construcción del camino de referencia, pero quedó demostrado que el de Tobar no acepta en la actualidad la construcción por lo que, los ayuntamientos de Cañizar de los Ajos, Villorejo, Manciles y Susinos del Páramo, acordaron solicitar, con arreglo a las bases vigentes la construcción del camino vecinal que, partiendo de Cañizar de los Ajos, pase por los términos municipales de Villorejo, Manciles a empalmar al camino vecinal titulado Pedrosa de Río Urbel a Tobar en término municipal de Susinos del Páramo.” Estamos ya en 1943. Pero ahora sí que va la cosa en serio. Franco ha creado el Servicio Nacional del Trigo que obliga a todos los labradores a vender la producción al Estado. Necesita carreteras que faciliten el transporte del trigo desde los pueblos a los silos  que el gobierno ha ido construyendo por toda Castilla.

En la Nota Explicativa del final del proyecto se dice que Manciles y Villorejo, por entonces aislados, acometieron la obra con más entusiasmo y empuje; Susinos se retrasó un poco en comenzar por tener solamente que construir 609 metros de esta vía y Cañizar de los Ajos, por estar situado en la carretera de Villanueva a la estación de Herrera, retrasó la terminación de esta obra hasta que hubimos de acceder a la variación solicitada. La podéis leer entera en el archivo adjunto. Descubrireis lo que costó, lo que subvencionó el gobierno, lo que puso el pueblo y lo que se les devolvió porque optaron por hacérselo ellos con la supervisión del ingeniero.

Ese entusiasmo del que se habla en la nota explicativa me lo confirmaron Enedina y Paulina con las que he hablado de este tema: la cantidad de carros cargados de piedras que bajaban a la carretera, luego con los mazos a romperlas para hacerlas del tamaño que pedía el ingeniero, 2400 metros cúbicos se transportaron con bueyes y mulos. En la tarea de romper la piedra participaban también las mujeres y los niños al salir de la escuela. Se paraba el trabajo durante la siembra y la cosecha. Me hablaron también de lo importante que fue la colaboración del señor Valeriano, el herrero abuelo de Paz. Se convirtió en la mano derecha del ingeniero. Por lo visto él construyó el encofrado de madera de los puentes de Villorejo y de Manciles para luego echar el hormigón. Así lo explicaba también su hija Petra en la revista de 2004. Como me decía Enedina “Con los años que han pasado, ¿eh? Y está igual. Fíjate si lo hizo bien”. Pues sí, el señor Valeriano era toda una institución en el pueblo. Inteligente, habilidoso y muy trabajador, En verano era fácil verlo en alguna era donde se hubiera averiado la veldadora o la trilladora. Lo arreglaba todo. No había máquina que se le resistiera. Paulina también me explicaba que cuando Tobar se fue del grupo, Cañizar y Susinos también mostraron mucho descontento. No estaban dispuestos a seguir. Parece ser que Cañizar influenciado por Mariscal, puso muchas trabas al trazado que enlazaba con Villorejo consiguiendo al final que la carretera pasara por delante de su taberna. No hay documentación sobre esta negociación por tanto lo dejo en “parece ser”, o “se dice que»

El 26 de octubre de 1953 los alcaldes firman el acta de fin de obra. Por parte de Villorejo: Manuel Gómez; de Susinos: Santos Calzada; de Manciles: Felipe Pérez; de Cañizar: José González

Fotografías de los puentes: Jesús López, el Melli

Documentos originales:

PD: Este artículo pretende ser una guía que ayude a leer y entender las 83 páginas de documentos que componen el capitulo 8 del libro de Alberto López, documentos encontrados en el archivo municipal de Villorejo y en los archivos de la Diputación de Burgos. 

He entresacado algunos de los que se citan para tener un acceso mas rápido. También podeis ver los planos con el trazado, las cotas y todo eso que interesa tanto a los que trabajais en la construcción

 

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